Ha decidido que, para ser un niño, tiene que deshacerse de todo lo que sea de niña. Así que coge una caja de cartón vacía y mete en ella la camiseta rosa, el cuento de princesas que le gusta más que la pelota y el rotulador de color plata. Antes de cerrarla, aún guarda dentro tres lágrimas que, sin querer, le caen de los ojos. Después entierra la caja en un rincón del jardín.
-¡Ahora ya soy un niño!-dice. Y juega al fútbol, y pega puñetazos cuando se enfada, y se ríe de las niñas porque llevan bambas blancas y rosas, y cuando tiene ganas de llorar, se aguanta. Lo pasa muy mal y se aburre mucho, pero ahora ya es un niño.
Eso es lo que tú te crees, dice el hada Menta.
-Entonces-pregunta Juan-, si no soy un niño, ¿qué soy? ¿Un gusano? ¿Un cocodrilo? El hada Menta se parte de risa.-Frío, frío-le dice-. Seguro que no lo adivinas.-¿Una patata? ¿Un buñuelo? El hada Menta dice que no. Juan está preocupado. Él quería ser un niño. Ha hecho todo lo necesario y ahora resulta que no lo es. El hada Menta no ha aparecido para dar la lata a Juan, sino para ayudarle.-Acompáñame-le dice.
Y juntos van hasta el espejo del baño. Como queda muy alto, el hada Menta acerca un taburete para que Juan se suba. Juan lo hace y se mira en el espejo.-¿Qué ves?-pregunta el hada Menta. Juan se ha quedado tan parado que casi no puede hablar. Ve...-Sólo veo medio Juan. ¡Y sí! En el espejo sólo hay un ojo y una oreja y un agujero de la nariz y la mitad del pelo y un trozo de la cara y la mano derecha y la pierna derecha...-Sólo eres la mitad de Juan-dice el hada. De la sorpresa, Juan está a punto de perder el equilibrio.-¡Ea! Baja o te caerás.
Desde el suelo, Juan mira al hada sin entenderla.-¿Es que no te dabas cuenta? Juan mueve la cabeza de un lado a otro para decir que no.-A ver-dice el hada Menta-¿Cómo te lo has pasados estos últimos días: bien o mal?-Mal-dice Juan.-¿Has estado contento o triste?-Triste.-Quizá te falta algo...-¿Qué?-pregunta Juan.-Piensa-dice el hada Menta. Juan se rasca la nariz porque así puede pensar mejor. Y de golpe se le ocurre.-¡Ya lo sé! Me faltan las cosas que enterré en la caja de cartón.-¡Exacto!-grita el hada Menta.
Juan y el hada Menta corren al jardín a desenterrar la caja. Juan saca la camiseta rosa y se la pone. Coge el rotulador de plata y se dibuja una pulsera en la muñeca. Y se coloca el cuento bajo el brazo porque quiere irse a la cama a mirarlo enseguida.
Y con mucho cuidado, recoge las tres lágrimas y se las guarda para cuando tenga ganas de llorar. Y ahora Juan se siente tan contento como en el día de Reyes.-¿Sabes por qué te sientes feliz, Juan? Porque ahora ya no eres medio niño, sino un niño entero. Juan se toca la oreja y el ojo. Sí, está todo en su sitio.-Claro, hombre. No hagas caso a nadie que te diga que te saques de encima todo lo que es de niña.-Pero, entonces, ¿seré una niña?-¡No! Serás un niño entero.-¿Aunque haga cosas de niña? El hada Menta ríe mientras da vueltas muy veloz y se aleja.
Mientras la sigue con la mirada, Juan piensa que Menta parece una bengala. El hada Menta frena en seco, guiña el ojo a Juan y le señala a una niña.-Es Mar. Ahora verás qué hace. Mar se acerca a un árbol y, de un agujero del tronco, saca un bulto. Lo desenvuelve.-¡Jolín!-dice Juan-¡Bambas con tacos y rodilleras para jugar al fútbol! Pero si es un juego de niños...-Juan, no hay juegos de niño y juegos de niña. Sólo hay juegos de personas, como jugar a pelota y saltar a la cuerda, y jugar a coches y a cocinitas, y subirse a árboles y hacer dormir a los muñecos...-¿Vale todo si eres persona?-Vale todo lo que te gusta. Y sólo tú sabes lo que te gusta; los demás no tienen que decírtelo. Entonces Juan oye un silbido. Es Mar.
-¡Eh! ¿Quieres jugar conmigo al fútbol?-le pregunta ella. Juan se va corriendo a jugar un partido con Mar, vestido con su camiseta rosa y la pulsera de plata pintada en la muñeca.
FIN
Fotocopia y colorea
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